Aroma a albahaca en el ambiente. La gente se echa a
la calle para apuntillar los últimos preparativos. Las camisetas multicolores
dan vida a la ciudad que está al umbral de el evento más esperado del año. En
casa la ropa blanca preparada, las pañoletas verdes colgando del tendedor y las
horas de sueño preparadas para dar la vuelta a la costumbre.
La fiesta ya se respira por todos lados. La
televisión ultima sus lugares de grabación, la radio se prepara para emitir por
toda la comarca y los periódicos ya han hecho correr ríos de tinta con la
llegada de está semana tan importante en el corazón de los oscenses. Las peñas
echan fuego en sus casetas apuntandose los socios nuevos de última hora que se
acumulan en colas enormes en los porches.
San Lorenzo. Mártir cristiano y patrón de la ciudad
que lo vio nacer. Este año y como todos los años volverá a pasear por las
calles de la ciudad haciendo llorar a sus emocionados ciudadanos, los danzantes
volverán a bailar frente a la basílica del santo la mañana del 10 de agosto,
mairalesas, peñas, corridas de toros, los míticos chiringuitos, las carreras de
burros al punto mañana y las sueltas de vaquillas antes del almuerzo.
9 de agosto. 12:00 de la mañana. Del balcón central
del ayuntamiento de la ciudad sale un cohete que al estallar da comienzo a 7
días de desenfreno, fiesta y felicidad. Cientos de gargantas gritan eufóricas
mientras el vino vuela por la plaza manchando ese blanco en púrpura y rasgando
las húmedas camisetas de los jóvenes congregados en la plaza de la catedral. La
banda de música empieza a tocar la “Danza de las Espadas”, himno de San Lorenzo
por excelencia. Huevos voladores, sombreros hechos de corteza de sandía y sacos
de harina que revientan en las cabezas de los allí presentes. Los bomberos usan
sus mangueras para remojar a los peñistas que juegan con enormes balones
hinchables. La fiesta ha empezado.
Música en las calles, los niños echando petardos,
globos enormes que vuelan hacia la estratosfera, las ferias, los conciertos y
las lágrimas de San Lorenzo que caen todos los años del cielo en forma de
estrellas fugaces.
Hasta dentro de 7 amaneceres. ¡Viva la fiesta!
¡Viva Huesca! ¡¡VIVA SAN LORENZO!!