martes, 14 de febrero de 2012

No cabe el silencio, por Juan Turmo


Sé que juré que no iba a hablar de política, pero no sería un ser humano si no rompiera las normas aunque sean las mias propias.
Tal y como está el panorama nos es difícil suponer que la caída aún no ha terminado y que el suelo está tan lejos que ni lo vemos. Ahora mismo estamos con la mierda al cuello y no hay salida de este largo tunel que cada vez huele peor.
El Gran Wyoming cantaba el otro día que había que resistir al nuevo gobierno, ese gobierno que había prometido sacarnos de una crisis que sigue en aumento, ese gobierno que ya no tiene a quien echarle las culpas de todos los pasos en falso de este país. Lo cierto es que aunque en algún momento se nos pasara por la cabeza la idea de que ya nada podía salir peor, estábamos equivocados.
Alemania definitivamente ha comprado el país, y la economía parece hundirse mas aún en el fango, pero yo no se de economía así que eso se lo dejo a un profesional que si conoce los entresijos y las mierdas del sistema, eso si, no hace falta añadir más.

De Vergüenza (“Shame!!”) califica BBC News la condena al juez Baltasar Garzón mientras desde el New York Times funden a la justicia española con un editorial lapidario. Pero no ha sido lo único que ha hecho el Tribunal Supremo en los ultimos meses, con el caso de Marta del Castillo se lucieron, el veredicto a Camps es indignante y sin palabras del caso del Chorizo Real, pero lo peor, lo que acaba de hundir y hundirá más aún  a este país, es el duro mazazo que ha recibido la cultura española con el último decreto.
Lo de la economía estaba cantado, lo de la justicia es duro de de una manera o de otra nos lo podíamos haber imaginado, pero ¿por qué coño hunden la cultura? ¿Qué hemos hecho para merecer esto?
Para quien no lo sepa, todos los profesionales del arte escénico (actores, músicos y bailarines) ya no son licenciados ni diplomados ni graduados ni nada de nada, pero no solo los que estudian ahora no saldrán con título, sino que todos los que ya lo tenían han pasado a no tener nada en su curriculum mas que unos estudios que solo tienen algo de validez dentro de nuestras fronteras. ¿Por qué será? ¿Acaso necesitan retener a la gente aquí? ¿Por qué les cortan las alas a los que tienen voz? ¿O es que son simples ganas de autodestruírse?
De todas formas para lo único para lo que merece la pena últimamente el denominarse español es por el deporte, y lo de los guiñoles franceses también es para tocarse un rato las narices, ¿por qué estan todos tan indignados? Nosotros llamabamos a Van Gal cabeza ladrillo y nos reíamos de mogollón de cosas y nadie dijo nunca nada.
En fin, no se que pretenden hacer con nosotros, pero cada vez tengo más claro que los Mayas no se referían a las tormentas solares cuando hablaban del fin del mundo.

domingo, 5 de febrero de 2012

¿QUÉ SIGNIFICADO TIENE CUMPLIR 18 AÑOS? por Ana Ordás

   Abrir los ojos al mundo, y sentir, por primera vez, que te haces mayor, que tu mundo paralelo ya no está, que la infancia se ha esfumado, dejando tras su paso un torrente de recuerdos inconclusos que tan siquiera puedes recordar con claridad, ensombrecidos bajo frases sin sentido, cuyo significado se reduce a desprestigiar esos años, en los que tu supuesta inmadurez no perfilaba correctamente la realidad, eras niño y, por tanto, tus recuerdos no son reales al cien por cien, ahora, sin embargo, todo es distinto, tu edad te respalda, aunque su ínfimo valor no vaya más allá de una cuestión legal.

   Pero nunca creas nada de lo que te digan, porque,  pese a todo, dudo volver a vivir una etapa tan real, dudo volver algún día a vivir en un mundo, paralelo o no, en el que todo tenga explicación, en el cual hasta lo ilógico se puede asimilar, donde no hay motivos para desconfiar, en un mundo donde la justicia se resuelve en sillitas de pensar, donde los castigos se cumplen sin demandas, abogados ni jueces,  donde la bondad abunda y un abrazo perdona todas las riñas, donde el miedo no existe más lejos de la oscuridad o los malos de Disney,  donde se muestra antes el corazón que el aspecto, donde el gordito, lo es sin necesidad de etiquetarlo de perezoso o fracasado, donde la rubia tan solo tiene su pelo amarillo y donde el negrito no despierta pensamientos racistas.

   Y sales de ese mundo poco a poco, mientras descubres como es el mundo de verdad , que tu mundo está desapareciendo para no volver a mostrarse nunca, para volver a él como guardián, pero nunca más como antes, jamás te dirán que la vida es una carrera en la que no se gana, donde te enseñan a ser capitalista, te exigen ser el más listo, guapo, simpático, bueno…  y sin instrucciones para ello, una simple referencia de personas que han alcanzado el éxito desde la malicia, la ambición, la mentira, la ausencia de escrúpulos, o la más absoluta simplicidad mental.

   Pero tranquilo, el objetivo final es mantenerte controlado, evitar que destaques con la nota de color que desmantele el mundo gris, debes  ser idiota, lo suficientemente idiota coma para seguir a la multitud y perderte con el resto, lo suficiente como para no desmantelar esta gran mentira a la que llamamos sociedad donde la escala de valores parece perderse o cuanto menos confundirse con los llamados pecados capitales.

   Este nuevo mundo al que acabas de llegar sin quererlo, este lugar en el que te encuentras que, sin dejar de ser igual, parece tan distinto al de antes,  este mundo al que perteneces pero que nunca te han pedido permiso para formar parte de él. Y poco a poco descubro este mundo en el que mi maquillada mirada empieza a tener valor, tiene fuerza y ganas y ni tan siquiera es capaz de mirar de frente al mundo y gritar lo que quiere, tan solo puede envenenar los ojos del que mira con deseo a la juventud, tan solo una mirada más que se pierde en el recuerdo de las miradas que nos envuelven, tan solo una mirada también envenenada por el tiempo a la que se le irán muchas cosas, a la que la luz terminará por abandonarla también a su merced, otra vez sin preguntar.

   Pero, es una mirada que ahora va de frente a la que, por el momento no le puedes decir que es posible y que no, para la que de momento lo imposible no existe.

   Entonces, ¿quién me dice lo que no puedo hacer? Porque, ahora puedo hacer lo que quiera, esa es la clase de filosofía estúpida que reina entre la juventud, ¿no?, pero, debo seguir arrastrando responsabilidades y deberes. Entonces, ¿Dónde está esa ansiada libertad que tantos jóvenes esperan en su decimo octavo cumpleaños? Quizás sea el alivio de poder comprar tanto alcohol como para hacer entrar en huelga al mayor número de órganos posibles, quizás sea la libertad que ofrece para perforar o pintar tu cuerpo, como si su transformación te eximiera de crecer, te anclara a la adolescencia o,  incluso el excesivo radicalismo político, como si en escasos dieciocho años fuera posible descubrir un partido que con tu voto, solucione todos los problemas, o la estúpida ilusión que me invade al pensar que siendo donante cambiaré algo en mi o en la persona que necesite mi médula o mi sangre, o  en la estúpida ilusión de probar el sabor de la adrenalina en mi cuerpo . ¿Y quién se atreve a mantenerme intacta como si no necesitara tropezar? Dudando de mi criterio, como si no fuera capaz de hacer bien las cosas, como si no las pudiera y tuviera que  hacer mal para luego aprender de ellas. ¿Quién marca las pautas que diferencian  una patología de la normalidad? Alguien alguna vez encerró al enfermo psiquiátrico sin replantearse qué su patología no es más que una secuela que le ha dejado la sociedad, seguramente por poseer una inteligencia superior al resto, seguramente por escapar de las redes de esta gran mentira y, sin embargo está etiquetado de loco o enfermo.   Y, ¿Por qué cuanto más “maduro” es mi cerebro más surrealista y sin sentido me parece todo?  Cada día es todo más grande, cada día soy más insignificante, cada vez se me ve menos , cada día tengo más miedo y ganas de que sea mañana, cada día creo más en mis normas, mis criterios y mis cuadriculas, dejar de pensar en eso supondría afrontar algo que no entiendo, y de momento no sé hacerlo. Por ejemplo, no comprendo por qué seguimos tolerando un mundo en el que nos destruyen sus prototipos, sus drogas, su hambre, sus anuncios o sus ideales,  ¿Qué mente inteligente acepta el alcohol como se acepta actualmente, quién se droga, fuma o trafica? Y sin embargo quien osa contrariarlo, privándolo de la libertad que sus dieciocho años le otorgaron al fumador, para oscurecer sus pulmones,  al bebedor  para experimentar la diálisis o incluso al obeso que acumula cada vez más tejido adiposo en sus órganos y sus arterias comprando papeletas para una enfermedad cardiovascular.
De momento, y hasta que asimile o comprenda lo que significa tener dieciocho años apostaré por las sonrisas, la música que me regala los oídos, por el arte escondido en una coreografía,  buscaré las mentiras tan solo en los libros, mis objetivos serán tan posibles como yo quiera, guardaré mis ideas bajo llave y mi búsqueda de la verdad se centrará en la segunda estrella a la derecha y todo recto al amanece, donde, según dicen se encuentra esa eterna infancia, donde, según dicen creeremos que existe Nunca jamás.