sábado, 27 de agosto de 2011

Wonderful London, por Juan Turmo


El frío húmedo calaba los huesos nada más bajar del avión. La suave lluvia que caía sobre la ciudad de Londres entraba por los estrechos huecos entre la ropa. Aquella iba a ser una semana diferente.
El San Lorenzo pesaba aún en mis piernas cuando llegamos a la capital británica. Empezamos a caminar por las calles mientras el tiempo pasaba. En la ciudad solo se oía el castellano. El chico de mantenimiento andaluz, la recepcionista uruguaya… Las camas dejaban mal de espalda y la comida mucho que desear pero estábamos de vacaciones, de turismo, de relax.
El dicho reza “Donde va Vicente, va la gente” y eso es lo que hacíamos todos. Los museos llenos de turistas, largas colas en las iglesias, muchedumbres interminables junto a los monumentos y atracciones, los mercados abarrotados, música en la calle si el tiempo lo permitía, los agonizantes pasillos del metro a rebosar de turistas, trabajadores, unas personas trajeadas y otras desaliñadas, seguidores del Chelsea que vuelven de ver la primera victoria de su equipo en la Premier League…
La cantidad de españoles por metro cuadrado parecía multiplicarse día a día, incluso esos días en los que buscas rincones a los que no suela ir la gente, como el teatro, te encuentras una pareja de catalanas orgullosas de haber invertido en el espectáculo que acaban de presenciar. Largas colas de gente de las que solo es londinense uno de cada veinticinco y donde hasta otros españoles te preguntan en inglés con la esperaza de que les vayas a contestar también en inglés hasta que se llevan la sorpresa de que tu también eres una persona que huye del calor de la meseta y se refugia en las calles de la ciudad de la lluvia, una ciudad de la lluvia que carece de tejadillos y de portales en los edificios donde poder resguardarse del chaparrón.
Los altos autobuses rojos aparecen en todas las fotografías como si fuesen presencias continuas o estuviesen metidos en la cámara en lugar de estar circulando por la carretera. Los coches y su curiosa manía de ir del revés que cuando uno decide pararse para dejarte pasar tu le das las gracias al hueco del copiloto.
Por fin abres los oídos y oyes la llamada del arte que te lleva a un pequeño recinto a la orilla del Támesis en memoria del más grande dramaturgo de todos los tiempos, ese teatro donde en el siglo XVI se representaban las obras que salían de la pluma del genio Will Shakespeare y que se alza majestuoso y limpio como antaño no lo hacía en la ribera del río. Desde el mismo Globe Theatre se ve la mezcla de estilos que impera en la capital desde el puente de las torres y la Torre de Londres a los modernos rascacielos de cristal y la magnífica cúpula de San Pablo.
Recorremos los callejones en busca de buen café, tarea difícil en esta ciudad. Tiendas de danza, rugby, chiringuitos para turistas, el castillo de justicia en medio de la calle Fleet o la casa de Sherlock Holmes en el 221 de Baker Street.
Londres tiene un encanto especial. La lluvia, los parques, los edificios, los pubs… Buscando el equilibro y la perfección. No pensamos en los desperfectos, las obras en todas las calles y edificios por los inminentes Juegos Olímpicos ni el hecho de que tengan un monumento conmemorativo de cuando nos robaron vilmente el Peñón de Gibraltar, sino en la magia y la satisfacción que nos ha dado visitar sus calles y sus plazas, sus museos y sus monumentos, sus mercados y sus teatros, y por supuesto la bandera española está puesta en Trafalgar Square y la vuelta a la ciudad es segura, ¿cuándo? No lo sé, pero hay cosas que solo las dice el tiempo.

martes, 9 de agosto de 2011

Pistoletazo de Salida, por Loreto Herce


"Una reflexión sobre ti, o simplemente algo que muestre quien o cómo eres"
Con estas palabras mi amigo y compañero de esta aventura Juan Turmo resolvía mi duda acerca de que escribir en mi primera entrada de este blog; así que así lo voy a hacer.
Me llamo Loreto, tengo diecisiete años pero aunque parezca una tontería, últimamente cuando me preguntan por mi edad digo que tengo dieciocho, ya que estoy más cerca de la mayoría de edad, como he dicho una tontería sin importancia.
Hasta hace bien poco me consideraba una periodista en potencia, pero por incongruencias universitarias, y con esto estará de acuerdo mi compañero Juan, ahora mismo me dispongo a cursar Historia del Arte en la universidad de Zaragoza.
Me permito hacer un inciso para recomendar un articulo de Juan acerca de la universidad que ayuda a entender la situación por la que pasamos y pasaran muchos jóvenes.
Continuando con mi presentación hay que añadir algo que configura toda mi vida; el ballet. Es un tema acerca del cual espero poder hablar en algún momento, ya que no tan solo es un arte, sino una forma de vida, de ver el mundo e incluso una vía de escape.
Me gusta mucho leer y escuchar música, no soy de esas personas que se amarran a un estilo musical y no hay manera de sacarles de el, aunque si tengo grupos predilectos como Vetusta Morla y el eterno Freddy Mercury.
La lectura es un modo de evadirse y distraerse que, además sirve de algo; y con esto quiero decir que es preferible nutrirse con un buen libro que sentarse frente a la caja tonta. Aprovecho para recomendar uno: La vida sale al encuentro, de José Luís Martín Vigil.
Y, como al resto de jóvenes, me gusta salir por las noches dentro de los límites que nuestra "Huesqueta" nos pone. Y, como todos también, espero con ganas ese 9 de agosto a las doce del mediodía para vivir siete días de desenfreno.
Para terminar, dar las gracias a Juan, por darme la oportunidad de ejercer de "periodista de mentirijillas" al verse frustrada mi intención de serlo de verdad.

lunes, 8 de agosto de 2011

La fuerza de la palabra, por Juan Turmo

A veces pienso en como sería la vida si no existiera el don de la palabra. ¿Qué sería de la opinión pública? No haría falta la libertad de expresión porque nadie sabría expresarse, ni tampoco existirían los grandes oradores que buscan con sus párrafos y sus discursos la atención y devoción de un pueblo o varios, no tendríamos que preocuparnos de políticos ni marionetas y menos aún de marionetas políticas.
Por suerte si que existe ese don del que hablo, y si que es cierto que nos ha llevado a muchas cosas desagradables, dictadores, disputas políticas, malentendidos con finales desafortunados y más cosas horribles, pero también nos ha dado otras variantes que merecen la pena: los bellos versos de un poema, las cómicas intervenciones de una obra de teatro, los interesantes fragmentos de las novelas de aventuras, las cuidadas frases de una carta de amor o las opiniones de personas que quieren hacerse oír por encima de aquellos que pretenden controlar ese don que a todos se nos ha concedido y eclipsar a aquellos que intentan utilizarlo.
Escribir es una parte importante de mi vida, mi marca de personalidad, mi signo de seguridad y mi granito de arena a este mundo. Escribir sobre mis hobbies, de mis problemas o de mis inseguridades, compartir mis experiencias con el fin de que a alguien le sirvan para no cometer los mismos errores o simplemente servir de un buen rato de lectura.
El universo pide a veces que alguien grite, que alguien se haga oír y eso es lo que vamos a hacer, hacernos oír, llegar a todo el que nos quiera leer, a todo el que esté de acuerdo con nosotros y a todo aquel que disfrute con nuestras palabras.
Y así, con una reverencia virtual y una sonrisa cibernética :) arranca una etapa donde la palabra es la protagonista.