lunes, 12 de diciembre de 2011

Búsqueda, por Juan Turmo


La amistad. Ese sentimiento o idea que hace reinar a muchos, subyuga a otros y provoca tantos quebraderos de cabeza a mucha gente. Esa parte de la sociedad que nadie sabe hasta que punto existe o es una leyenda urbana que se lanzó para promover la verdad y las relaciones entre individuos. Según a quien se lo preguntes, la amistad tiene acepciones diferentes.
Cuando eres un niño pequeño todo el mundo es tu amigo excepto la maestra del colegio, los compañeritos de clase, los vecinos del 5º, la cajera del supermercado, los ancianitos que se sientan en el banco de enfrente de tu portal todas las mañanas llueva, nieve o truene y el perro que te encuentras una vez en el parque además de todos los niños de tu edad que pasan por tu vida.
Los niños son unos seres dulces e inocentes, que siempre están dispuestos a entablar una conversación amistosa con cualquiera, sea hombre, mujer, perro, joven o anciano. Pero allí se queda todo, en la inocencia de un saludo y una sonrisa.
Conforme vas creciendo el concepto de amigo cambia y ya no son los niños con los que juegas en el patio de recreo, sino los niños con los que te vas a jugar, das un paseo después de clase y haces el mico todo lo que puedes y más.
Te vas haciendo mayor y todos esos amigos que has ido teniendo van desapareciendo, se difuminan en un mar de obligaciones que os separan o de puñaladas que o bien te hacen o bien tu eres el infractor.
La edad enseña cosas que solo la experiencia puede dar como el hecho de saber reconocer quien merece tu amor, tu cariño, tu comprensión y tu tiempo. Aprendes a reconocer a los capullos a la legua, vas perdiendo contacto con los últimos que creías tus amigos más sinceros, aquellos a los que les contabas todo y les escuchabas cuando te necesitaban.
Tantos secretos bien guardados caerán en el olvido porque el contacto va desapareciendo. Primero es una semana que os separáis y a uno de los dos o a los dos se les olvida que han quedado para verse a la vuelta o no llama a saber que tal va todo, un mensaje por Internet, nada. Luego esa semana se convierte en un mes, después la distancia se va haciendo más grande y al final de todo solo hay uno, tal vez dos.
Una persona a la que quieres, una persona a la que necesitas porque llena un importante lugar en ti, sin el o ella te sientes incompleto, no consigues equilibrar esa balanza que por un lado te pide amor y por el otro sincera y pura amistad. Una persona que te de abrazos cuando tu amor te falte, que te escuche cuando lo necesites y que esté siempre allí. Una persona a la que tus hijos llamarán orgullosos “Tío”.
Esa es la verdadera naturaleza de la amistad, la verdadera búsqueda del ser humano y no es tarea fácil, pero el premio merece la pena.

No hay comentarios:

Publicar un comentario