miércoles, 16 de noviembre de 2011

La luz de una sonrisa, por Juan Turmo


Hay muchas cosas en esta vida que deprimen, enfadan o estropean el día de una manera o de otra: un examen suspenso, una mala noticia, un dolor inoportuno, una puñalada trapera…
Si nos pasa esto hay dos maneras de superarlo. Una, la más horrible, tragártelo todo hasta que caiga en el olvido. Dos, soltarlo, hacer caso omiso, intentar seguir adelante admitiéndolo, aceptándolo y no dejando que te afecte.
Decirlo es fácil, hacerlo no tanto.
Superar adversidades es algo que nos toca hacer a todos alguna vez y, trabajando, estudiando o viviendo con alguien, suele pasar a menudo. En algunos momentos caen unos, otros, todos a la vez, ninguno; nunca sabes cuando te va a tocar realmente.
Es entonces cuando viene bien que te sonrían, es entonces cuando apetece un abrazo, es entonces cuando necesitas que te escuchen, es entonces cuando un beso en la mejilla sabe a gloria. Entonces y solo entonces estás preparado para seguir adelante.
Si tienes un mal día levanta la cabeza y si no lo tienes, regala abrazos que no te cuesta nada.

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