42. Esa es la respuesta a la vida, el
universo y todo. Un simple número que da vueltas en la cabeza de millones de
seres human… a quien quiero engañar, la pregunta sigue sin contestar, ¿qué
somos? ¿por qué estamos aquí?
En estas fechas de fin de año la reflexión
personal está a la orden del día. Todo el mundo haciendo balance del año, las
cosas buenas, las malas, la gente nueva, la gente que se fue… Es importante ser
conscientes de todas esas cosas, al fin y al cabo la vida son momentos y cosas
que ocurren y hay que saber aprovechar cuando llegan. Mi reflexión personal es
algo más profunda este año.
La vida son momentos, sí, pero de alguna
manera tenemos que vivirlos. Mi año empezó genial, tenía trabajo, y un futuro.
Unos planes que se iban a cumplir. Un verano maravilloso que me sirvió de
avanzadilla. Gente nueva maravillosa en lugares distintos. Por alguna extraña
razón a alguien allí arriba, sea quien sea, si es que hay alguien, le pareció
que ya tenía demasiada felicidad. Me quitó el trabajo y de paso el futuro. Me
he pasado los últimos 4 meses deprimido y angustiado buscando soluciones,
intentando conseguir un medio de vida y se me ha olvidado vivir en el proceso.
La sociedad está tan ensimismada en su propio engranaje que se les ha olvidado
que lo importante es que las personas vivan. El trabajo es la prioridad porque
sin dinero no vas a ningún sitio y aquí no hay ni lo uno ni lo otro. Sin
meterme en política, está claro que las posibilidades de felicidad pasan por
que te toque la lotería o algo por el estilo, porque si no tienes trabajo no
vives porque no tienes nada y si tienes trabajo automáticamente te conviertes
en esclavo de ese trabajo y aunque tengas dinero de nada te sirve porque no lo
puedes disfrutar.
Vivir. ¿Qué sería para mi vivir? Pues poder
irme a vivir a Londres sería un buen comienzo. Volver a jugar a rugby, a
baloncesto, poder hacer esgrima, volver a nadar. Volver a cantar en un coro.
Poder sentarme y escribir sin dejar que las preocupaciones externas me
bloqueen, acabar mi libro. Poder ir al cine, al teatro. Sobre todas las cosas
volver a actuar.
Muchas son las circunstancias que me dejan
sin todas estas cosas pero la principal es yo mismo. Este es mi propósito. Este
año volveré a sostener un balón ovalado, uno redondo, un sable y bucearé de
nuevo. Conseguiré el tiempo para cantar con otra gente, divertirme con ellos.
Volveré a vivir vidas alternativas a través de mis personajes, amores que en la
vida real la sociedad vería mal, sueños inalcanzables desde el punto en el que
me encuentro; todas esas vidas que vivo a través de un lápiz y un papel.
Volveré a sentarme en butacas de cine y de teatro. Y, sobre todas las cosas,
volveré a subirme a un escenario o entraré en algún set de rodaje.
Pueden parecer muy pretenciosas todas
estas cosas pero realmente ese es mi camino a la felicidad. Es lo que yo
necesito. Estoy cansado de depresiones, estoy cansado de ser de esa gente que
dice querer y no quiere, estoy cansado también de los que dicen estar contigo
para lo que sea y luego no están, cansado de querer y no ser querido de vuelta.
John Lennon cantaba que “vivir es fácil
con los ojos cerrados” y también que “la vida es muy corta que no hay tiempo
para quejarse ni pelear”. Mirar hacia delante, ese es el objetivo, “aquí llega
el sol y (…) todo está bien”.
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